El modelo que hemos probado es un Renault Clío II (año 2005) impulsado por un motor básico de 1.2 litros, 8 válvulas que desarrolla 60 CV.
Sin embargo, aunque parezca pequeño, tiene buen brío y nervio en ciudad además
de un comportamiento aceptable en trayectos interurbanos gracia a su reducido
peso que se establece en 950kg.
Motor y conducción:
Con un motor de 1.2 litros distribuido en 4 cilindros con 2
válvulas cada uno y sin turboalimentación, es decir, atmosférico, nos
encontramos con 60 CV encerrados y listos para correr a la señal del
acelerador.
Muchos pensarán que es un motor pequeño, que lo es, pero
cuando ese motor ni siquiera tiene que mover una tonelada de peso, cambian las
tornas.
Este vehículo es recomendable para utilizarlo en ciudad
debido a su bajo consumo, reducido tamaño y silencio de marcha colocándolo en
buena posición al recorrer distancias en este medio. La frenada es sensible al
tacto por lo que cuando se plantea una situación de frenada inmediata, este
Renault responderá rápidamente aunque alguna que otra vez frenaremos más de la
cuenta por lo de deberemos tener cuidado de no golpearnos con el volante. La
dirección asistida es eléctrica sin darnos ningún inconveniente ni problema, al
contrario, es muy ligera y manejable.
Seguimos desplazándonos por ciudad y todas son ventajas.
Pero lo mejor fue el consumo que no rebasó de
7 litros a los 100 km, sin embargo podemos reducirlo cambiando de
marchas más prematuramente y teniendo más tacto en el acelerador como un
cirujano con su bisturí. La respuesta del motor al presionar el acelerador es
aceptable cuando situamos el motor a 3.500 rpm para cada cambio de marcha,
aunque también nos responde bien pisando a fondo y dando rienda suelta a sus
caballos. Todo lo que sea a partir de ahí es dinamismo, por debajo se convierte en un motor perezoso aunque muy
silencioso.
Aún así ofrece un juego propio de la motorización gasolina,
un disfrute y confort óptimo sin contar su potencia, exento de vibraciones y
con una aceleración bastante lineal y no brusca mientras sube el tacómetro.
Joven por dentro:
Este Clio es el básico de la gama, sin ningún extra salvo
radio CD-MP3 y elevalunas delanteros eléctricos. En general es singular y bastante discreto
con una consola central simple y un color neutro.
Los asientos delanteros son de tela con dos tonos grises con
buena sujeción lateral pese a ser básico sin regulación en altura del asiento
del conductor.
Con todos los mandos a un alcance reducido y una
distribución simple que facilita el hecho de usarlos y no provoca
distracciones. También encontramos una caja de cambios manual corta a la par
que rápida que impide la pérdida de potencia durante los cambios de marcha.
Salpicadero corto, sin mucha profundidad y con una pequeña
bandeja central sobre las tomas de ventilación que aunque inútil resulta
práctica en contadas ocasiones.
Por suerte el maletero goza de unas dimensiones
considerables aún siendo un turismo pequeño pudiendo almacenar multitud de equipaje facilitando su tránsito
gracias a su portón trasero.
No podemos pedir más para un vehículo de este segmento.
Fiel al exterior de Renault:
Hay mucha diferencia entre el Clio I y el II, sobre todo en
las líneas ya que este último posee una suavidad de líneas siendo en su
totalidad redondeadas, favoreciendo su carácter que puede llegar a ser bastante
juvenil.
Las ópticas delanteras son curvas pero triangulares siendo
bifocal y en la zona superior ubica la intermitencia. La parrilla ha mejorado
siendo dividida por el símbolo de la firma y su morro acaba en punta de flecha.
Sigue la misma línea pero destaca más la
zona trasera tanto por su luna trasera como por el despliegue de curvas y sus
ópticas traseras siguen la misma línea que las delanteras, triangulares. Le
favorece la intermitencia y la marcha atrás ya que ambas son transparentes
dando un juego de colores: rojo y plateado.
Desde nuestro punto de vista, la parte que destaca el
carácter del Clio es su zona trasera y la parrilla delantera.
Para finalizar, la matrícula trasera se ubica en el portón a
diferencia con su otra versión, Campus, que la sitúa en el parachoques.
Finalmente:
Como conclusión, cabe destacar que es un vehículo propio de
la juventud, con pocos accesorios pero los acertados y un precio razonable y al
alcance de cualquiera que simplemente necesite un utilitario del día a día.
Lo que lo pierde es su consumo, en este caso demasiado
elevado para su tamaño y cilindrada, lo cual resulta un inconveniente a la hora
de elegir la versión gasolina o Diesel si recorremos los kilómetros necesarios
para amortizarlo.
S.J.
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