viernes, 6 de abril de 2012

Renault Clio 1.2


Cuando hablamos de un clio, muchos de ustedes recordaran al Williams, el buque insignia de la deportividad de la firma francesa en los años 90. Un coche que marcó el antes y el después de la potencia en turismos pequeños.

El modelo que hemos probado es un Renault Clío II (año 2005) impulsado por un motor básico de 1.2 litros, 8 válvulas que desarrolla 60 CV. Sin embargo, aunque parezca pequeño, tiene buen brío y nervio en ciudad además de un comportamiento aceptable en trayectos interurbanos gracia a su reducido peso que se establece en 950kg.

Motor y conducción:

Con un motor de 1.2 litros distribuido en 4 cilindros con 2 válvulas cada uno y sin turboalimentación, es decir, atmosférico, nos encontramos con 60 CV encerrados y listos para correr a la señal del acelerador.
Muchos pensarán que es un motor pequeño, que lo es, pero cuando ese motor ni siquiera tiene que mover una tonelada de peso, cambian las tornas.
Este vehículo es recomendable para utilizarlo en ciudad debido a su bajo consumo, reducido tamaño y silencio de marcha colocándolo en buena posición al recorrer distancias en este medio. La frenada es sensible al tacto por lo que cuando se plantea una situación de frenada inmediata, este Renault responderá rápidamente aunque alguna que otra vez frenaremos más de la cuenta por lo de deberemos tener cuidado de no golpearnos con el volante. La dirección asistida es eléctrica sin darnos ningún inconveniente ni problema, al contrario, es muy ligera y manejable.

Seguimos desplazándonos por ciudad y todas son ventajas. Pero lo mejor fue el consumo que no rebasó de  7 litros a los 100 km, sin embargo podemos reducirlo cambiando de marchas más prematuramente y teniendo más tacto en el acelerador como un cirujano con su bisturí. La respuesta del motor al presionar el acelerador es aceptable cuando situamos el motor a 3.500 rpm para cada cambio de marcha, aunque también nos responde bien pisando a fondo y dando rienda suelta a sus caballos. Todo lo que sea a partir de ahí es dinamismo, por debajo se convierte en un motor perezoso aunque muy silencioso.

En autovía es donde encontramos sus puntos flacos, ya que si queremos una buena aceleración combinada con un bajo consumo: no lo vamos a encontrar. Debido a su reducido par, inferior a los 100 N·m (93), nos encontraremos con una reducida aceleración en la quinta marcha, por ejemplo de 80 a 100 km/h, llegando incluso a ser peligroso a la hora de adelantar. Sin embargo cuando alcanzamos la velocidad deseada, con mantener levemente el acelerador podremos conseguir un bajo consumo pero no esperemos una respuesta inmediata si le pisamos más para lo cual habría que reducir a tercera y revolucionarlo para sacar sus CV, por ello incrementaremos el consumo.

Aún así ofrece un juego propio de la motorización gasolina, un disfrute y confort óptimo sin contar su potencia, exento de vibraciones y con una aceleración bastante lineal y no brusca mientras sube el tacómetro.

Joven por dentro:

Este Clio es el básico de la gama, sin ningún extra salvo radio CD-MP3 y elevalunas delanteros eléctricos. En general es singular y bastante discreto con una consola central simple y un color neutro.
Los asientos delanteros son de tela con dos tonos grises con buena sujeción lateral pese a ser básico sin regulación en altura del asiento del conductor.

Con todos los mandos a un alcance reducido y una distribución simple que facilita el hecho de usarlos y no provoca distracciones. También encontramos una caja de cambios manual corta a la par que rápida que impide la pérdida de potencia durante los cambios de marcha.
Salpicadero corto, sin mucha profundidad y con una pequeña bandeja central sobre las tomas de ventilación que aunque inútil resulta práctica en contadas ocasiones.

En cuanto a las plazas traseras, encontramos tres asientos utilizables pero no recomendable, ya que el espacio queda bastante reducido aumentando la falta de confort debido a la inexistencia de reposacabezas. También es destacable el espacio para las piernas, que en el caso de la plaza situada tras el conductor, si este es alto, privará el derecho a la entrada.

Por suerte el maletero goza de unas dimensiones considerables aún siendo un turismo pequeño pudiendo almacenar  multitud de equipaje facilitando su tránsito gracias a su portón trasero.
No podemos pedir más para un vehículo de este segmento.

Fiel al exterior de Renault:
Hay mucha diferencia entre el Clio I y el II, sobre todo en las líneas ya que este último posee una suavidad de líneas siendo en su totalidad redondeadas, favoreciendo su carácter que puede llegar a ser bastante juvenil.

Las ópticas delanteras son curvas pero triangulares siendo bifocal y en la zona superior ubica la intermitencia. La parrilla ha mejorado siendo dividida por el símbolo de la firma y su morro acaba en punta de flecha. Sigue la misma línea  pero destaca más la zona trasera tanto por su luna trasera como por el despliegue de curvas y sus ópticas traseras siguen la misma línea que las delanteras, triangulares. Le favorece la intermitencia y la marcha atrás ya que ambas son transparentes dando un juego de colores: rojo y plateado.

Desde nuestro punto de vista, la parte que destaca el carácter del Clio es su zona trasera y la parrilla delantera.

Para finalizar, la matrícula trasera se ubica en el portón a diferencia con su otra versión, Campus, que la sitúa  en el parachoques.

Finalmente:

Como conclusión, cabe destacar que es un vehículo propio de la juventud, con pocos accesorios pero los acertados y un precio razonable y al alcance de cualquiera que simplemente necesite un utilitario del día a día.

Lo que lo pierde es su consumo, en este caso demasiado elevado para su tamaño y cilindrada, lo cual resulta un inconveniente a la hora de elegir la versión gasolina o Diesel si recorremos los kilómetros necesarios para amortizarlo.


S.J.

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